domingo, 9 de abril de 2017

Domingo 9 de abril

Domingo de Ramos A

1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
     "Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
     "Ayúdame a sentir tu cercanía",
     "Quiero estar contigo, Jesús".

2. Lectura del Evangelio. Escucho.
Pasión según San Mateo. Texto íntegro.

3. Reflexiono y rezo. Respondo. 
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?

- Lee la Pasión como si presente te hallases en esa tierra y en ese tiempo, no como un mero espectador; lee con tranquilidad y sosiego, sin ir a buscar nada en especial, imaginando las escenas, los rostros, dejando que resuenen en el corazón las palabras y los silencios, deteniendo la lectura cuando algo te impresione, dándole vueltas en el corazón.

- En Judas están los celos y la avaricia. En Caifás, la soberbia y el odio. En Pilato, la cobardía y las medias posturas. En Herodes, la frivolidad y el cinismo. En la multitud, el borreguismo y la violencia. Entre todos trenzan este proceso miserable. Cada uno lucha por sus propios intereses y trata de salvar lo mejor posible las apariencias y mantenerse dentro de la legalidad. Quieren acabar con un inocente incómodo, tratando de que los otros  asuman la responsabilidad.
Cerca de ellos está Pedro, con su fanfarronería y sus negaciones, y la ausencia, más que prudente, cobarde, de los que disfrutaron con la palabra, los milagros y la amistad de Jesús.
Cuando te sientas identificado con estos personajes, pide perdón.

- En la Pasión también encontramos las lágrimas y la piedad de María la Virgen, la fidelidad y el amor de María Magdalena, la ayuda del Cirineo, la valentía de la Verónica, la compasión de las mujeres de Jerusalén, la confianza del buen ladrón, la conversión del centurión romano al ver cómo muere Jesús... En medio de todos, está Jesús, fiel a la misión recibida, asumiendo una pasión terrible para traernos a todos la salvación, la felicidad más grande; perdonando a los que le hacen daño, confiando en Dios Padre. Da gracias a Dios por las ocasiones en las que sigues el ejemplo de ellos, por las personas  que viven así.
- Y no olvides nunca que Jesús vivió, sufrió y murió por ti, para dar sentido a tu vida, para que puedas ser feliz, hoy y toda la eternidad.

En esta Semana Santa…
Señor, déjame ir contigo; sólo quiero caminar detrás,
pisar donde tú pisas, hasta llegar a la cruz.

Quiero escuchar tu palabra, simple y preñada de Dios,
que, aunque a muchos incomode, a tanta gente nos sana.

Quiero sentarme a tu mesa, comer del pan compartido
que con tus manos repartes a todos los que se acercan.

Que de tanto ir junto a ti, pueda conocerte más,
tú seas mi único amor y te siga hasta morir.

(Adaptación de una plegaria de Javi Montes SJ)
 

----------------------

¡Qué tiempo éste en el que nadie
se inmuta ni se sorprende!
Hecho a medida de los que así lo quieren,
atrae, pero ya no clama ni ríe.
Todo se sabe, pero nada parece importante:
las utopías, sólo para debates;
las protestas, sólo en papeles;
el llanto y la ternura, siempre a escondidas;
los compromisos, nunca definitivos;
la paz y la alegría, en píldoras;
la solidaridad, sin menoscabo de nuestro status;
la pobreza –la que arrastramos–, siempre maquillada;
y la otra –la que creamos–, sólo en reportajes...
Y de gestos proféticos nada se sabe.

Necesitaríamos una melodía tan bella y penetrante
que rompiera los cascarones
en los que nos hemos refugiado
eludiendo nuestras propias realidades.

Necesitaríamos una catarata de flores
que nos despertara con su perfume
del sueño en el que estamos dormidos.

Necesitaríamos un viento fuerte
que nos hiciera chocar unos contra otros
hasta que nuestras armaduras se desintegren.

Necesitaríamos una lluvia suave y persistente
que nos empapara con frescor de vida
para volver a renacer con ilusiones.

Pero ya no hay música,
ni flores,
ni viento,
ni lluvia...
¡Estamos huérfanos.!

Necesitamos uno que vaya por delante
abriendo camino,
despertando conciencias,
acercando el horizonte.

¡Hosanna, Señor! ¡Sálvanos, Hosanna!
Sácanos de este círculo asfixiante.
Mándanos a la aldea de enfrente
y haznos partícipes de tus gestos y planes
aunque tengas motivos para no fiarte.
Déjanos aclamarte.
Déjanos que entonemos tu canto.
Deja que nuestras palabras retumben con fuerza
y escandalicen a quienes no se unen.

El Señor rompe horizontes de negrura y tormenta;
el Señor derriba murallas y fronteras;
el Señor quiebra espacios de confusión y trampa;
el Señor se abre paso, como una primavera
que cuelga nuestras vidas de un florecer perpetuo.

¡Hosanna, Señor, Hosanna!

Florentino Ulibarri


4. Termino la oración   
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
     Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
     Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.

sábado, 8 de abril de 2017

Sábado 8 de abril

Sábado de la 5ª semana de Cuaresma

1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
     "Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
     "Ayúdame a sentir tu cercanía",
     "Quiero estar contigo, Jesús".

2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Juan 11,45-57

En aquel tiempo, muchos judíos que habían venido a casa de María, al ver lo que había hecho Jesús, creyeron en él. Pero algunos acudieron a los fariseos y les contaron lo que había hecho Jesús. Los sumos sacerdotes y los fariseos convocaron el Sanedrín y dijeron: "¿Qué hacemos? Este hombre hace muchos signos. Si lo dejamos seguir, todos creerán en él, y vendrán los romanos y nos destruirán el lugar santo y la nación." Uno de ellos, Caifás, que era sumo sacerdote aquel año, les dijo: "Vosotros no entendéis ni palabra; no comprendéis que os conviene que uno muera por el pueblo, y que no perezca la nación entera." Esto no lo dijo por propio impulso, sino que, por ser sumo sacerdote aquel año, habló proféticamente, anunciando que Jesús iba a morir por la nación; y no sólo por la nación, sino también para reunir a los hijos de Dios dispersos.
Y aquel día decidieron darle muerte. Por eso Jesús ya no andaba públicamente con los judíos, sino que se retiró a la región vecina al desierto, a una ciudad llamada Efraín, y pasaba allí el tiempo con los discípulos. Se acercaba la Pascua de los judíos, y muchos de aquella región subían a Jerusalén, antes de la Pascua, para purificarse. Buscaban a Jesús y, estando en el templo, se preguntaban: "¿Qué os parece? ¿No vendrá a la fiesta?" Los sumos sacerdotes y fariseos habían mandado que el que se enterase de dónde estaba les avisara para prenderlo.

3. Reflexiono y rezo. Respondo. 
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?

Cada día hay judíos que creen en Jesús, venciendo el miedo por las posibles consecuencias y la presión creciente en torno a Jesús. Los jefes religiosos de Israel están asustados: “Si lo dejamos seguir todos creerán en Él”. El poder de los sumos sacerdotes y de los fariseos se tambalea, su autoridad está en peligro. Y eso ¡no lo pueden consentir!

Hay que buscar razones convincentes que escondan la verdadera razón. El Sumo Sacerdote encontró la solución “Conviene que muera uno por el pueblo”. Hay que matar a Jesús por bien del pueblo, para que no se desvíe... Y aquel día se tomó la decisión más injusta de la historia.

La historia se repite: ¿Qué están dispuestos a hacer muchos poderosos para no perder su influencia, algunos ricos para conservar y aumentar sus posesiones? ¿Qué hacen bastantes países desarrollados para seguir creciendo económicamente? Y los cristianos ¿qué caminos hemos tomado en ocasiones para “defender el nombre de Dios”? Y cada uno de nosotros ¿Qué hacemos cuando vemos amenazado nuestro prestigio, nuestro relevancia social...? Nadie está libre de pecado.

            ¿Qué te dice Dios? ¿Qué le dices?

Señor, sabemos que la envidia perjudica a todos,
al que es envidiado y al que envidia;
pero, a veces nos cuesta mucho evitarla.

Envidiamos un puesto de trabajo, un coche, una casa,
un buen marido o una buena mujer,
el carisma, el físico, la inteligencia, la fama...
Nos parece que si no poseemos lo que envidiamos
no podemos triunfar ni ser felices del todo.

Haznos comprender los peligros de la envidia.
De la envidia nacen el odio y la calumnia,
la alegría causada por el mal del prójimo
y la tristeza causada por su prosperidad”
La envidia nos arma unos contra otros
y debilita desde dentro a las familias,
a las comunidades y a toda la sociedad.

Danos luz y fuerza para superar la envidia,
para valorar nuestras posibilidades y capacidades;
para dar gracias por las personas que nos quieren,
por los pequeños logros que alcanzamos en la vida,
por las montañas y los ríos, los animales y las plantas,
por las cosas que nos hacen más agradable la vida.

Danos luz y fuerza para superar la envidia,
para ver en cada persona a un hermano,
para no considerarlas competidoras ni enemigas;
para admirar, alegrarnos y dar gracias de corazón
con los talentos y los éxitos de los demás,
para saber pedir con humildad lo que necesitamos
y compartir con generosidad lo que tenemos. Amén.

4. Termino la oración   
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
     Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
     Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.

viernes, 7 de abril de 2017

Viernes 7 de abril

Viernes de la 5ª semana de Cuaresma

1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
     "Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
     "Ayúdame a sentir tu cercanía",
     "Quiero estar contigo, Jesús".

2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Juan 10,31-42

En aquel tiempo, los judíos agarraron piedras para apedrear a Jesús. Él les replicó: "Os he hecho ver muchas obras buenas por encargo de mi Padre: ¿por cuál de ellas me apedreáis?" Los judíos le contestaron: "No te apedreamos por una obra buena, sino por una blasfemia: porque tú, siendo un hombre, te haces Dios." Jesús les replicó: "¿No está escrito en vuestra ley: "Yo os digo: Sois dioses"? Si la Escritura llama dioses a aquellos a quienes vino la palabra de Dios (y no puede fallar la Escritura), a quien el Padre consagró y envió al mundo, ¿decís vosotros que blasfema porque dice que es hijo de Dios? Si no hago las obras de mi Padre, no me creáis, pero si las hago, aunque no me creáis a mí, creed a las obras, para que comprendáis y sepáis que el Padre está en mí, y yo en el Padre."
Intentaron de nuevo detenerlo, pero se les escabulló de las manos. Se marchó de nuevo al otro lado del Jordán, al lugar donde antes había bautizado Juan, y se quedó allí. Muchos acudieron a él y decían: "Juan no hizo ningún signo; pero todo lo que Juan dijo de éste era verdad." Y muchos creyeron en él allí.

3. Reflexiono y rezo. Respondo. 
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?

El Evangelio de Juan nos ayuda a comprender el ambiente que respiraron Jesús y sus discípulos antes de aquel primer viernes santo. La hostilidad se podía cortar, el enfrentamiento era cada vez más espeso. Los amigos del Maestro casi no se atreven a hablar, sus miradas no se atreven a levantarse, bajo el peso de la preocupación, la tristeza, el desconcierto...

Jesús se ve obligado a marchar al otro lado del Jordán. Habría podido quedarse Jesús allí, incluso podría haber huido por el desierto. Seguro que no faltó alguien que le aconsejó tomar ese camino.

¡Cuánto pensaría y rezaría Jesús aquellos días! No era fácil creer que el camino de la misión se adentraba en los territorios sombríos de la muerte. No era fácil. Pero Jesús fue fiel. Fiel al Padre, fiel a la humanidad, fiel a ti y a mí, fiel al que le ama y al que le aborrece.


Padre, dame fuerza para ser fiel,
para ser fiel como Jesús, tu hijo,
para amar al que no lo merezca,
para perdonar, aunque parezca inútil,
para decir la verdad, aunque sea peligroso,
para sembrar, aunque la tierra escupa la semilla,
para crecer en bondad, aunque pocas veces lo consiga,
para luchar por la justicia, aunque me critiquen,
para defender la vida de los débiles, aunque nadie lo agradezca,
para rezar cada día, aunque crea que pierdo el tiempo,
para trabajar por la paz, aunque no me comprendan,
para anunciar el Evangelio, aunque se me rían,
para dar la vida de todo, aunque sea una locura.

Gracias, Padre, por ayudarme a ser fiel,
Gracias por convertir "el fracaso" de Jesús,
en fuente de vida nueva para la humanidad.
Gracias porque con nuestros esfuerzos "inútiles"
construyes un mundo más justo y fraterno.
Gracias porque ningún gesto de amor se pierde en tu Reino.


4. Termino la oración   
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
     Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
     Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.

jueves, 6 de abril de 2017

Jueves 6 de abril

Jueves de la 5ª semana de Cuaresma

1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
     "Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
     "Ayúdame a sentir tu cercanía",
     "Quiero estar contigo, Jesús".

2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Juan 8,51-59

En aquel tiempo, dijo Jesús a los judíos: "Os aseguro: quien guarda mi palabra no sabrá lo que es morir para siempre." Los judíos le dijeron: "Ahora vemos claro que estás endemoniado; Abrahán murió, los profetas también, ¿y tú dices: "Quien guarde mi palabra no conocerá lo que es morir para siempre"? ¿Eres tú más que nuestro padre Abrahán, que murió? También los profetas murieron, ¿por quién te tienes?"
Jesús contestó: "Si yo me glorificara a mí mismo, mi gloria no valdría nada. El que me glorifica es mi Padre, de quien vosotros decís: "Es nuestro Dios", aunque no lo conocéis. Yo sí lo conozco, y si dijera: "No lo conozco" sería, como vosotros, un embustero; pero yo lo conozco y guardo su palabra. Abrahán, vuestro padre, saltaba de gozo pensando ver mi día; lo vio, y se llenó de alegría." Los judíos le dijeron: "No tienes todavía cincuenta años, ¿y has visto a Abrahán?" Jesús les dijo: "Os aseguro que antes que naciera Abrahán, existo yo." Entonces cogieron piedras para tirárselas, pero Jesús se escondió y salió del templo.

3. Reflexiono y rezo. Respondo. 
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?

Las obras de Jesús interesan, pero no todas. El mensaje de Jesús interesaba, pero no todo. Cuando dice “quien guarda mi palabra no morirá para siempre”, los judíos responden “ahora estamos seguros de que tienes un demonio”. Y cuando se declara anterior a Abraham, quieren apedrearlo. Muchas de sus palabras parecen maravillosas, otras escandalosas.

Si Jesús hubiera dicho lo que la gente quería escuchar en cada momento y hubiera hecho lo que se esperaba de un Mesías, no hubiera acabado en la cruz. Pero no hubiera cumplido su misión, no nos habría mostrado el amor infinito del Padre, no nos hubiera enseñado el camino de la vida, no nos hubiera salvado.

Si la Iglesia escondiera la parte del evangelio que molesta, que nos molesta, si no hablara de sacrificio, de fidelidad, de castidad, de obediencia, de martirio, de injusticia, de solidaridad... no tendría tantos detractores, sería mejor vista... pero no cumpliría su misión.

Y lo mismo podemos decir de nuestro testimonio: cuando no queremos acoger todo el evangelio, cuando escondemos una parte...   ¿Qué te dice Dios? ¿Qué le dices?

Dame fe, Señor.
Y que sienta el brotar de una nueva vida,
cuando te palpo por la oración y la Eucaristía.

Dame fe, Señor.
Y elévame cuando, postrado en mil problemas,
tengo la sensación de que se impondrán
a mis posibilidades de hacerles frente.

Dame fe, Señor.
Porque la fe es ver lleno el vacío.
Porque la fe es confiar en lo prometido.
Porque la fe es levantarse aún a riesgo de volver a caer.

Dame fe, Señor.
Y que me levante para siempre escucharte,
y que me levante para nunca perderte.
Porque la fe, es poner a Dios
en el lugar que le corresponde.
Porque la fe, es atisbar luz
donde algunos se empeñan en clavar sombras.

Dame fe, Señor.
Y, cuando algunos me den por muerto o vencido,
grítame a lo más hondo de mi conciencia:
¡A ti te lo digo! ¡Levántate!
¡Gracias, amigo y Señor de la vida!


4. Termino la oración   
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
     Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
     Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.

miércoles, 5 de abril de 2017

Miércoles 5 de abril

Miércoles de la 5ª semana de Cuaresma

1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
     "Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
     "Ayúdame a sentir tu cercanía",
     "Quiero estar contigo, Jesús".

2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Juan 8,31-42

En aquel tiempo, dijo Jesús a los judíos que habían creído en él: "Si os mantenéis en mi palabra, seréis de verdad discípulos míos; conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres." Le replicaron: "Somos linaje de Abrahán y nunca hemos sido esclavos de nadie. ¿Cómo dices tú: "Seréis libres"?" Jesús les contestó: "Os aseguro que quien comete pecado es esclavo. El esclavo no se queda en la casa para siempre, el hijo se queda para siempre. Y si el Hijo os hace libres, seréis realmente libres. Ya sé que sois linaje de Abrahán; sin embargo, tratáis de matarme, porque no dais cabida a mis palabras. Yo hablo de lo que he visto junto a mi Padre, pero vosotros hacéis lo que le habéis oído a vuestro padre."
Ellos replicaron: "Nuestro padre es Abrahán." Jesús les dijo: "Si fuerais hijos de Abrahán, haríais lo que hizo Abrahán. Sin embargo, tratáis de matarme a mí, que os he hablado de la verdad que le escuché a Dios, y eso no lo hizo Abrahán. Vosotros hacéis lo que hace vuestro padre." Le replicaron: "Nosotros no somos hijos de prostitutas; tenemos un solo padre: Dios." Jesús les contestó: "Si Dios fuera vuestro padre, me amaríais, porque yo salí de Dios, y aquí estoy. Pues no he venido por mi cuenta, sino que él me envió."

3. Reflexiono y rezo. Respondo. 
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?

Jesús se dirige en este Evangelio a los que han creído en Él, se dirige a ti.

Se sorprenden cuando Jesús les dice que serán libres. Ellos se creían libres, porque decía ser hijos de Abraham e hijos de Dios. Se creían libres. Nos creemos libres y sin embargo somos esclavos de tantas cosas, de tantas rutinas, de tantas cosas insignificantes...

¿Por qué nos empeñamos en verte
como antagonista en nuestra vida,
amenaza a nuestra libertad,
juez de nuestros amores,
aguafiestas de nuestras alegrías,
tropiezo de nuestros andares?

¿Por qué estás grabado tan fuerte
como poderoso e invisible vigilante,
ley que nos exige y se impone,
conciencia que nos persigue y roe,
castigo siempre amenazante,
miedo de muerte en nuestros placeres?

¿Por qué jugamos tantas veces
a ponerte a prueba con nuestras tonterías,
a ensuciarte el rostro con el que te nos revelas,
a convertirte en títere de nuestras preguntas,
a atraparte con nuestros torpes saberes,
a hacerte cómplice de nuestras decisiones?

Oh Dios, Tú que eres Dios de vida
y no de muerte ni de suerte,
renuévanos y ponnos en sintonía
con tu Espíritu de siempre
y los signos que te preceden.
Borra nuestras falsas imágenes.
Que tu Espíritu grabe la suya para siempre.

Florentino Ulibarri

         
El pecado nos hace esclavos. El pecado amarra la voluntad y los sentimientos, encadena la libertad y la felicidad, arruga el rostro y el corazón. Y lo hace con tanta maestría, que incluso nos da alguna pequeña satisfacción para poder esclavizarnos mejor.
            “Señor, ayúdanos a descubrir la maldad del pecado”
            “Perdona Señor nuestra convivencia con el pecado”

No basta con saber que somos hijos de Abraham e hijos de Dios, hay que vivir como tales: acogiendo a Jesucristo en el corazón y para que Él transforme nuestra existencia. ¿Qué te dice Dios? ¿Qué le dices?

4. Termino la oración   
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
     Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
     Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.

martes, 4 de abril de 2017

Martes 4 de abril

Martes de la 5ª semana de Cuaresma

1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
     "Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
     "Ayúdame a sentir tu cercanía",
     "Quiero estar contigo, Jesús".

2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Juan 8,21-30

En aquel tiempo, dijo Jesús a los fariseos: "Yo me voy y me buscaréis, y moriréis por vuestro pecado. Donde yo voy no podéis venir vosotros." Y los judíos comentaban: "¿Será que va a suicidarse, y por eso dice: "Donde yo voy no podéis venir vosotros"?" Y él continuaba: "Vosotros sois de aquí abajo, yo soy de allá arriba: vosotros sois de este mundo, yo no soy de este mundo. Con razón os he dicho que moriréis por vuestros pecados: pues, si no creéis que yo soy, moriréis por vuestros pecados."
Ellos le decían: "¿Quién eres tú?" Jesús les contestó: "Ante todo, eso mismo que os estoy diciendo. Podría decir y condenar muchas cosas en vosotros; pero el que me envió es veraz, y yo comunico al mundo lo que he aprendido de él." Ellos no comprendieron que les hablaba del Padre. Y entonces dijo Jesús: "Cuando levantéis al Hijo del hombre, sabréis que yo soy, y que no hago nada por mi cuenta, sino que hablo como el Padre me ha enseñado. El que me envió está conmigo, no me ha dejado solo; porque yo hago siempre lo que le agrada." Cuando les exponía esto, muchos creyeron en él.

3. Reflexiono y rezo. Respondo. 
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?

Muchos judíos no están abiertos, no creen en Jesús. No pueden disfrutar de su Palabra y de su amor.

Cuando pase el mensajero
que no me encuentre dormido,
afanado en otras metas,
indiferente a su voz.
Que no sea su relato
semilla que el viento barre
o luz que a nadie ilumina.
Cuando pase el mensajero
que no le vuelva la cara
para esquivar su propuesta.

Se presentará en un libro,
en un verso,
o será estrofa de un canto
que me envuelva.
Vendrá, tal vez, en un amigo,
en un hombre roto,
o en el pan partido.
Le abriré la casa,
pondré en juego el corazón
y escucharé, con avidez,
sus palabras.

Y entonces
me cambiará la vida.

José Mª Rodríguez Olaizola, sj


Jesús hace siempre lo que le agrada al Padre. Ni siquiera Jesús, el Hijo de Dios, actúa por su cuenta. Su alimento es hacer la voluntad del Padre. Buscar y cumplir su voluntad, aún en medio de debilidades propias y de las incomprensiones ajenas, alimenta nuestra fe el Dios, da sentido a la vida y, aunque parezca una contradicción, ensancha los límites de la libertad.
   “Danos luz para conocer tu voluntad y fuerza para cumplirla”

Cuando levantéis en alto al Hijo del Hombre, cuando veáis morir al Justo en la cruz más injusta, cuando lo miréis y descubráis que en su mirada sólo brilla la comprensión y en su corazón únicamente late el amor, cuando sientas que Él ha muerto por vosotros, por ti, porque te ama... entonces comprenderéis.

Señor, levantamos los ojos hacia Ti con una mezcla de vergüenza y confianza. Tu mirada nos transforma y nos cura.

Te miramos recién nacido en Belén. Tu pequeñez cura nuestras ambiciones y en nuestro corazón crece la ternura.

Te miramos rodeado de niños, mujeres, publicanos… Tu cercanía a ellos cura nuestros favoritismos y nos ayuda a compartir la vida con los más pequeños.

Te miramos cuando rezas al Padre. Tu rostro transfigurado cura nuestra incredulidad y nos anima a abrir del todo el corazón a Dios.

Te miramos como la mujer acusada de adulterio y en tus ojos sólo brillan el amor y el perdón, el perdón que pacífica y cura el alma.

Te miramos lavando los pies a tus discípulos. Tu humildad cura nuestra vanidad y nos invita a servir a los hermanos.

Te miramos clavado en la cruz más injusta. Tu entrega cura nuestros egoísmos y nos mueve a compartir la vida entera.

Te miramos resucitado y glorioso. Tu vida nueva cura nuestras desesperanzas para que gocemos y compartamos tu alegría.


4. Termino la oración   
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
     Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
     Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.

lunes, 3 de abril de 2017

Lunes 3 de abril

Lunes de la 5ª semana de Cuaresma A y B

1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
     "Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
     "Ayúdame a sentir tu cercanía",
     "Quiero estar contigo, Jesús".

2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Juan 8, 1‑11

En aquel tiempo, Jesús se retiró al monte de los Olivos. Al amanecer se presentó de nuevo en el templo, y todo el pueblo acudía a él, y, sentándose, les enseñaba.
Los escribas y los fariseos le traen una mujer sorprendida en adulterio y, colocándola en medio, le dijeron:
—«Maestro, esta mujer ha sido sorprendida en flagrante adulterio. La ley de Moisés nos manda apedrear a las adulteras; tu, ¿que dices?»
Le preguntaban esto para comprometerlo y poder acusarlo.
Pero Jesús, inclinándose, escribía con el dedo en el suelo.
Como insistían en preguntarle, se incorporó y les dijo:
—«El que esté sin pecado, que le tire la primera piedra.»
E inclinándose otra vez, siguió escribiendo.
Ellos, al oírlo, se fueron escabullendo uno a uno, empezando por los mas viejos.
Y quedó solo Jesús, con la mujer, que seguía allí delante.
Jesús se incorporó y le preguntó:
—«Mujer, ¿dónde están tus acusadores?; ¿ninguno te ha condenado?»
Ella contestó:
—«Ninguno, Señor.»
Jesús dijo:
—«Tampoco yo te condeno. Anda, y en adelante no peques más.»

3. Reflexiono y rezo. Respondo. 
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?

A veces somos como los fariseos y escribas. Nos dedicamos continuamente a acusar, a condenar, a hundir a las personas.... Y Jesús nos dice: “El que esté libre de pecado que tire la primera piedra”.

En otras ocasiones nos sentimos como la mujer sorprendida cometiendo adulterio. Nos sentimos mal, por el pecado, que no nos deja ser libres, y por la crítica cruel de los demás, que no nos ayuda a liberarnos del pecado. Y Jesús nos dice: “Yo no te condeno. Anda, y en adelante no peques más”.

Estamos llamados a ser como Jesús: a poner en evidencia la hipocresía de los que sea creen justos y buenos, a ser transparencia del corazón misericordioso de Dios, a animar al que está caído, para que no peque, para que asuma otro estilo de vida, que le conduzca a la felicidad que busca.
            ¿Qué te dice Jesús? ¿Qué le dices?

Señor, también a mí me gusta acusar. Acuso a los políticos, a los curas, a la familia, a los jefes, a los compañeros, a los vecinos; a los más cercanos y a los que no conozco. Y tú me dices: "Si estás libre de pecado, tira la primera piedra". Y al oírte, tengo que bajar la cabeza y me escabullo avergonzado. Perdón, Señor.

Jesús, a veces me siento como la mujer del Evangelio. Me acusa mi familia, mis amigos, mi conciencia… Parece que todo lo hago mal, que no sirvo para nada. Pero, cuando levanto mis ojos hacia Ti, descubro una mirada comprensiva y una voz amorosa, que me dice: "Yo no te condeno". Y tu perdón me ayuda a cambiar, a renovarme. Tú me amas, me haces feliz, me salvas.

Señor, gracias por tanto amor y por tanto perdón inmerecido. Déjame estar a tu lado, para que tu cercanía transforme mi corazón de piedra, en un corazón de carne como el tuyo, que sepa denunciar a los que hacer sufrir a los demás, que consiga comprenderme y perdonarme, comprender y perdonar, como Tú.

---------------

Tus dibujos en el suelo
han tenido un efecto sorprendente:
el círculo moralista y acusador se ha roto
y, a solas contigo,
por primera vez, me he sentido libre.

Tus dibujos en el suelo
han sido el primer espejo no engañoso
que me ha hecho ver mi rostro triste,
mi ser pobre y vacilante,
y mis miedos de siempre.

Tus dibujos en el suelo
han creado un silencio penetrante,
pues han puesto al descubierto
la trágica parodia que vivimos
cuando nos creemos diferentes.

Tus dibujos en el suelo
me han devuelto la dignidad perdida,
cuando tu dedo suave y firme,
con el polvo de siempre y mis lágrimas perdidas,
ha plasmado mi nuevo rostro sonriente.

Después te has incorporado,
serenamente has mirado mis ojos,
me has besado como nadie,
y has dicho al aire: Vete y vive; ya sabes.
Y yo no me he atrevido a abrazarte.

Pero llevo tus dibujos del suelo
tatuados en mi piel para siempre,
pues has sido el primero en aceptarme,
en amarme y perdonarme gratis
y en dejarme limpia y libre.

¡Rompedor, como siempre!

Florentino Ulibarri

--------------------

Señor, sé que me sentiré sola, sin testigos.
Me encontraré aislada, sin puentes.
Me abrumará el silencio, sin palabras.
Me dolerá el olvido, sin aplausos.
Me inquietará la duda, sin respuestas.
Me pesará la carga, sin ayudas.
Me asustará el compromiso, sin seguridades.

Pero no tengo miedo, Señor.
Tú serás mi testigo, mi puente y mi palabra.
Tú serás mi aplauso, mi respuesta y mi apoyo.
Tú serás mi refugio y amarás mi verdad desnuda.
Gracias, Señor, por tu amor, siempre fiel;
gracias por esta esperanza.

JM R. Olaizola sj (adaptación)

4. Termino la oración   
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
     Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
     Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.